Caso real: Alba y Bea
Esta entrada va dedicada a un caso real, el cual viví muy de cerca. Quiero destacar que sus nombres reales permanecerán en el anonimato.
Más o menos hace cinco años, Alba empezó a
adelgazar. Era una chica de peso normal, pero poco a poco las personas de su
entorno se iban dando cuenta de que adelgazaba demasiado rápido y su estado de
ánimo era preocupante, Alba no era la misma.
Tras muchos meses había empeorado muchísimo, y sus
padres decidieron que ingresara en el hospital. Efectivamente, padecía anorexia.
Todos intentábamos dar nuestro apoyo a ella y su familia, sobre todo porque su
hermana Bea, era una de mis mejores amigas. Aun así, la cosa no mejoraba, y la
situación de Alba decaía por momentos.
Al año siguiente, empezamos a notar que nuestra Bea
comenzaba a adelgazar, algo casi imposible puesto que ella siempre ha sido una
persona extremadamente delgada. Al compartir clase con ella, podíamos apreciar
que después del almuerzo del recreo se iba corriendo al baño, sólo se traía
aperitivos sanos, e incluso cuando comíamos juntas fuera de casa era muy
exquisita en no comprar nada con muchas calorías. Con el paso de los meses,
llegamos al punto de tener que traer nosotras el almuerzo de Bea, ya que había
dejado de traer comida a clase, controlar que se lo comiera, y salir corriendo
detrás de ella en medio de clase cada vez que se levantaba para ir al baño a
vomitar.
Sentíamos que no podíamos con esta situación, así
que decidimos llamar a sus padres. Ellos ya estaban muy ocupados con Alba, y no
podían creer cómo su hija mediana ahora padecía la misma enfermedad que su
hermana mayor. A Alba apenas la veíamos, pero al estar todos los días con Bea
podíamos ver cómo el color de su piel se iba apagando, su cara casi no tenía
expresión, y había dejado de ser la chica sonriente que nosotras conocíamos.
Siguieron pasando los meses, Bea seguía igual, y
Alba ya había dejado las clases por completo por estar exclusivamente en un
hospital psiquiátrico. Al cabo de un tiempo, Alba ya mostraba un buen
comportamiento, se comía todo delante de la enfermera y nadie le sorprendía
vomitando. Todo esto fue una estrategia, puesto que ella sabía que si se
portaba bien dormiría en casa los fines de semana. Tras esto, consiguió lo que
quería, y al volver al hospital, se había escondido una cuchilla en el
sujetador, con el que llevó a cabo el primer intento de suicidio, seguido de
dos más, afortunadamente fallidos.
Finalmente Bea terminó recuperándose físicamente,
pero yo nunca he creído que se recuperara del todo, al menos psicológicamente,
además ya nunca fue la misma persona. También se podía notar que su rostro era
distinto al de antes, ya no desprendía el brillo que antes le caracterizaba.
Por otra parte, Alba sigue padeciendo esta enfermedad, y aunque está mucho
mejor, aun está perdida en la mente de una chica anoréxica que odia a su
cuerpo.
Rebeca Román
Ramírez.
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