miércoles, 21 de mayo de 2014

Caso real Alba y Bea


Caso real: Alba y Bea


Esta entrada va dedicada a un caso real, el cual viví muy de cerca. Quiero destacar que sus nombres reales permanecerán en el anonimato.

Más o menos hace cinco años, Alba empezó a adelgazar. Era una chica de peso normal, pero poco a poco las personas de su entorno se iban dando cuenta de que adelgazaba demasiado rápido y su estado de ánimo era preocupante, Alba no era la misma.
Tras muchos meses había empeorado muchísimo, y sus padres decidieron que ingresara en el hospital. Efectivamente, padecía anorexia. Todos intentábamos dar nuestro apoyo a ella y su familia, sobre todo porque su hermana Bea, era una de mis mejores amigas. Aun así, la cosa no mejoraba, y la situación de Alba decaía por momentos.

Al año siguiente, empezamos a notar que nuestra Bea comenzaba a adelgazar, algo casi imposible puesto que ella siempre ha sido una persona extremadamente delgada. Al compartir clase con ella, podíamos apreciar que después del almuerzo del recreo se iba corriendo al baño, sólo se traía aperitivos sanos, e incluso cuando comíamos juntas fuera de casa era muy exquisita en no comprar nada con muchas calorías. Con el paso de los meses, llegamos al punto de tener que traer nosotras el almuerzo de Bea, ya que había dejado de traer comida a clase, controlar que se lo comiera, y salir corriendo detrás de ella en medio de clase cada vez que se levantaba para ir al baño a vomitar.

Sentíamos que no podíamos con esta situación, así que decidimos llamar a sus padres. Ellos ya estaban muy ocupados con Alba, y no podían creer cómo su hija mediana ahora padecía la misma enfermedad que su hermana mayor. A Alba apenas la veíamos, pero al estar todos los días con Bea podíamos ver cómo el color de su piel se iba apagando, su cara casi no tenía expresión, y había dejado de ser la chica sonriente que nosotras conocíamos.

Siguieron pasando los meses, Bea seguía igual, y Alba ya había dejado las clases por completo por estar exclusivamente en un hospital psiquiátrico. Al cabo de un tiempo, Alba ya mostraba un buen comportamiento, se comía todo delante de la enfermera y nadie le sorprendía vomitando. Todo esto fue una estrategia, puesto que ella sabía que si se portaba bien dormiría en casa los fines de semana. Tras esto, consiguió lo que quería, y al volver al hospital, se había escondido una cuchilla en el sujetador, con el que llevó a cabo el primer intento de suicidio, seguido de dos más, afortunadamente fallidos.

Finalmente Bea terminó recuperándose físicamente, pero yo nunca he creído que se recuperara del todo, al menos psicológicamente, además ya nunca fue la misma persona. También se podía notar que su rostro era distinto al de antes, ya no desprendía el brillo que antes le caracterizaba. Por otra parte, Alba sigue padeciendo esta enfermedad, y aunque está mucho mejor, aun está perdida en la mente de una chica anoréxica que odia a su cuerpo.



Rebeca Román Ramírez.

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