Este testiminio es un hecho real y por expresa peteción de la persona preservare su intimidad cambiandole su nombre.
Laura desde pequeña tenía muchos complejos, con diez años
sus padres se separaron y a pesar de que
se preocupaban mucho por ella, pasaba
bastante tiempo sola debido a que estos trabajaban
mucho. Eso le hizo ser más vulnerable y sentirse insegura ante la vida, pues
tenía un gran sentimiento de soledad.
En muchas ocasiones
comían solas ella y su hermana pequeña y esto le llevo a no tener una buena
educación alimentaría.
Con doce años ya tenía muchos complejos.
En aquella época ya
salían en la tele y revistas modelos muy esqueléticas, que medían 1,80 y tenían
una talla 36, es decir, la sociedad ya imponía unos cánones de belleza
inalcanzables. Esto sumado a que Laura no había podido estar el suficiente
tiempo con sus padres en su infancia y que aún no había construido su
individuación le llevo a obsesionarse demasiado por el físico y con catorce años
ya se saltaba muchas comidas, tenía unas
variaciones de peso bastante considerables.
Cada día se iba quitando un alimento más, llegó un momento
que pensaba que todo le engordaba y comenzó a vomitar. Alternaba los vómitos
con los ayunos, su vida era una dieta continua, unas veces hacía mucho deporte y otras se acostaba en la cama
y deseaba no despertarse nunca.
Comenzó a sentirse cada vez más deprimida, con muchas
inseguridades, miedos, etc. Se sentía una fracasada y dejo de ir bien en los
estudios.
Durante unos años oculto su enfermedad, su familia pensaba
que tenía que ocurrirle algo porque estaba muy deprimida, pero no se imaginaban
que podía tener ese problema.
Con 18 años sus padres le sorprendieron en el baño vomitando
y decidieron llevarla un psicólogo y un endocrino para controlarle la
alimentación, pasaron unos cuantos años pero no había mejoría, todo lo
contrario, los vómitos ya no eran solo
por la obsesión de adelgazar, sino que cualquier problema que le producía
ansiedad le llevaba a pegarse atracones para luego vomitarlo.
Con 23 años, había perdido la ilusión por todo, no tenía
sueños, ni expectativas de futuro, creía que no merecía la pena su vida. Se
pegaba muchos atracones y después se saltaba muchas comidas, con lo cual fue
perdiendo mucho peso.
Hasta que le propusieron de ingresar en una clínica para
recuperarse, porque le comentaron que si no intentaba curarse, su enfermedad se
cronificaría para siempre. Así que tomo la decisión de ingresar. Durante un
tiempo dejó de tener contacto con su familia y amigos no podía tener llamadas,
ni visitas, no podía salir a la calle, pues hasta que los profesionales del centro
no veían una evolución no les permitían relacionarse, de esta forma intentaban
que fueran conscientes de todo lo que podían llegar a perder por culpa de su enfermedad.
Pasó siete meses en el centro, de los
cuales cuatro meses estuvo ingresada y tres meses de hospital de día. Tenía que
seguir una dieta, pedir permiso para ir al baño, hacer reposos después de
comer, hacían terapias individuales y grupales todos los días y tenían unas
normas que debían de seguir. Paso unos momentos muy duros pero a su vez muy
gratificantes pues con la ayuda del centro y el apoyo de su familia y amigos logró
salir de esta horrible enfermedad y su vida dio un vuelco.
Su enfermedad duró once años, de la que cuenta que fue un
infierno, pero hoy puede decir que está curada, han pasado cinco años de
aquello, hoy tiene treinta y cinco años dos hijos y un trabajo estable. Hoy puede decir que hace una vida completamente normal.
Según Laura “para salir de esta enfermedad tienes que tener
ganas de curarte de verdad porque por mucho que quieran ayudarte los demás, si
tu no pones de tu parte es imposible”
RAQUEL CUENCA PÉREZ
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